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La ley contra la experimentación prima «evitar la muerte» del animal

El texto, al que ha tenido acceso LA RAZÓN, busca poner coto a los abusos e irregularidades en el campo de la investigación en todos los campos, desde la docencia al empresarial, pasando por el mundo de la cosmética y el de la agricultura. El fin es mejorar, en la medida de lo posible, la calidad de vida de cuantas especies pueden pasar por un laboratorio: ratones, hámsteres, cobayas, perros y gatos, así como primates, peces o gallinas.

Para ello, el documento elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente delimita de una manera más explícita que en la legislación vigente los procedimientos a seguir, primando aquellos que utilicen el menor número de animales y que además «causen menor dolor, sufrimiento, angustia o daño duradero». Para ello, deberán utilizarse analgésicos u otros métodos que permitan paliar los efectos de los ensayos clínicos, y se detalla que «no se suministrará ningún medicamento que impida o restrinja sus manifestaciones de dolor, salvo que haya recibido una dosis adecuada de anestesia». En esta misma línea, se persigue reducir la mortalidad de animales por este motivo y se exige que, «en la medida de lo posible, se garantice la muerte sin dolor».

Para llevar a cabo cualquier experimento con animales, el proyecto recoge que cualquier criador, suministrador o usuario deberá contar con un especialista responsable del bienestar de los animales que se responsabilizará «in situ» de esta tarea. También deberá contar con un veterinario con experiencia en animales de laboratorio. De esta manera, será él quien decida, tras el ensayo, «si los animales deben mantenerse con vida o ser eutanasiados» y se exige que el animal reciba «cuidado y alojamiento acordes con su especie, condiciones fisiológicas y estado de salud». De esta manera, se busca evitar que los sujetos de los experimentos queden abandonados a su suerte.

Con el fin de tener un mayor control, también se establece que, al menos una vez al año, se inspeccionarán aquellas entidades que experimenten con primates, y así como un tercio de los demás usuarios. También se establecen parámetros que garanticen que los lugares de alojamiento son adecuados para la salud de los animales, en cuanto a la ventilación y la temperatura de los locales, así como la luz natural adecuada, aislamiento de ruido y sistema de emergencia. Hasta tal punto se concreta en el proyecto de Real Decreto cómo debe tratarse a los animales, que sobre la alimentación, destaca que «la dieta debe ser apetecible y no estar contaminada». También se pide que tengan zonas de descanso «de acuerdo a las necesidades de cada especie».

Otro de los puntos en los que se detiene el futuro marco legislativo es la severidad de los procedimientos utilizados. De esta manera se busca determinar el grado de dolor del animal para controlar cada una de las pruebas a las que sea sometido. Así, las categorías que se establecen van desde los procedimientos «sin recuperación» –aquellos de los cuales el animal «no recupera la consciencia»–, los leves –generan un sufrimiento de corta duración–, moderados –«que pudieran causar una alteración moderada del bienestar»– y severos –de dolor intenso y grave–. Así, para hacerse una idea, entre los leves se encontrarían algunas biopsias, mientras en los severos estaríamos hablando de inducción de tumores, quimioterapia, trasplante de órganos o natación forzada «con el agotamiento como punto final».

Especialmente estrictos con los primates

Con este proyecto de Real Decreto, por primera vez se fijan normas específicas para la utilización de determinados tipos de animales, como, por ejemplo, los animales vagabundos o asilvestrados. Además, se fijan unos requisitos «especialmente estrictos» en el caso de los primates. El objetivo del equipo del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, que está detrás de la futura norma, no es otro que el «total reemplazo de estos procedimientos».

Fuente: J. Beltrán para larazon.es
 

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