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Ratas buscaminas

Según la ONU, las minas antipersonales matan cada año a entre 15.000 y 20.000 personas en todo el mundo y hieren y mutilan a muchas más, ya que están diseñadas no para matar sino para incapacitar al enemigo.

Cuando acaba su jornada, a Mojo, que nació en septiembre del año pasado, le gusta hincharse a comer plátanos y crema de cacahuete, tras lo cual se va a dormir a su jaula.

Porque Mojo es una rata, y no una cualquiera, sino una gigante africana que está siendo entrenada en Tanzania por APOPO, una organización sin ánimo de lucro que en la actualidad cuenta con más de 300 de estos animales, entre ejemplares activos y los que están siendo criados y entrenados para encontrar minas antipersonales y realizar otras actividades.

"La verdad es que al principio mis amigos se quedaban realmente sorprendidos cuando se enteraban de que aquí trabajo con ratas", comenta Hannah Ford de APOPO, que es el acrónimo en holandés de Desarrollo de Productos para la Detección de Minas Antipersonales. "Pero cuando vieron vídeos de ellas en acción, entonces comprendieron por qué".

En APOPO las llaman HeroRATs, ratas héroe o ratas heroicas. En español, se las conoce también como ’ratas gigantes de carrillos’ debido al gran tamaño de sus mofletes. Pero todo el animal es grande: miden entre 25 y 45 centímetros a los que hay que añadir cerca de otros 40 de la cola. Suelen pesar entre uno y tres kilos.

Ocurre además que Mojo y sus colegas son realmente buenos a la hora de buscar minas antipersonales y resultan mucho más efectivos que perros y personas en esta tarea. Tienen un sentido del olfato muy desarrollado y pueden detectar no sólo explosivos metálicos sino también los que están recubiertos de plástico. Además, las minas no explotan si una rata pasa sobre ellas porque su peso no es suficiente para activarlas.

Como comparación, mientras que dos de estos roedores tardan sólo una hora en buscar minas en 300 metros cuadrados de tierra, dos personas con detectores metálicos necesitarían dos días para cubrir la misma extensión.

Además, son animales muy sociables, aprenden rápidamente y, al contrario que los perros, no acaban estableciendo un vínculo particular con sus instructores sino que trabajarán igualmente para cualquiera que las recompense con plátanos y crema de cacahuete. "Por lo que es muy fácil para nosotros entrenarlas aquí en Tanzania y luego enviarlas a Mozambique, a ellas no les afecta y pueden realizar su trabajo con normalidad siempre y cuando reciban su recompensa de comida tras la jornada", asegura Ford.

Por si fuera poco, estos animales son muy abundantes en esta zona de Tanzania, están acostumbradas a desenvolverse en condiciones duras, son muy resistentes a enfermedades y su alimentación y cuidado resultan muy económicos.

Claro que no son perfectas: como a muchas personas, no les gusta trabajar en el exterior cuando hace calor y prefieren echarse a la siesta. "Son animales nocturnos, si vivieran en libertad en el campo dormirían durante el día, en sitios cálidos como Mozambique tienen que salir a trabajar temprano por la mañana o, si no, se duermen", cuenta Ford.

Desde que llegaron a Mozambique en 2006, las ratas de APOPO han encontrado más de 1.500 minas antipersonales y la población local ha podido volver a utilizar más de 280 hectáreas de tierra. En la actualidad, APOPO también trabaja en zonas afectadas en Tailandia y Angola, adonde sus roedores podrían ser enviados próximamente.

Pero mientras Mojo y sus compañeros entrenan para su futuro como buscadores de minas, otras de sus colegas siguen unas clases muy diferentes: están siendo preparadas para detectar si una persona tiene tuberculosis oliendo su esputo.

Aunque aún está en fase de desarrollo, desde que en 2010 APOPO lanzara este programa sus ratas han identificado más de 2.300 casos de tuberculosis que la observación tradicional por microscopio había declarado erróneamente negativos.

De nuevo aquí ellas vencen de largo a las personas. Mientras que un técnico de laboratorio puede procesar unas 40 muestras por día, ellas tardan menos de siete minutos en analizar la misma cantidad de muestras.

Alrededor de un tercio de la población mundial está infectada con el bacilo de la tuberculosis, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Entre el 5% y el 10% desarrollará la enfermedad durante su vida. La OMS calcula que alrededor de 1,7 millones de personas murieron en 2009 por tal causa en el mundo, la mayoría en África.

Fue un holandés, Bart Weetjens, el que pensó en adiestrar a estos animales después de haberlos tenido como mascotas durante su infancia y quien creó APOPO en 1998.

Su entrenamiento es en realidad sencillo. Los adiestradores comienzan a trabajar con ellas cuando tienen sólo cuatro semanas de edad. Las entrenan para que asocien un ’clic’ con un premio de comida y después las recompensan cuando entre varios agujeros son capaces de encontrar el que contiene explosivo. Después se las enseña a buscar minas en el exterior y, tras el aprendizaje, una rata debe encontrar todas las ocultas en un área de 400 metros cuadrados.

Sólo si realizan esta prueba a la perfección reciben su acreditación como HeroRATs, aunque aún deben pasar un último test de la International Mine Action Standards antes de ser enviadas a trabajar en otros países.

El entrenamiento para la detección de la tuberculosis es similar en cuanto a la asociación de comida y el encontrar la muestra deseada. Y actualmente APOPO está llevando a cabo varios proyectos para determinar si se les puede encargar otros servicios a estas criaturas, como su participación en operaciones de búsqueda y rescate tras terremotos u otros desastres.

Y tras dedicar sus días a tan beneficiosas ocupaciones, a estas ratas les espera una jubilación que no desagradaría a muchas personas. "Cuando llegan al final de su vida laboral, normalmente pasan a nuestro programa de cría", cuenta Ford. "Para que creen la próxima generación de HeroRATs".

Fuente: Jose Miguel Calatayud para elpais.com
 

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