Magrudis, en el ojo del huracán

Así lo habrían confirmado los responsables de un laboratorio al Juzgado número 10 de Sevilla, que instruye la causa y ha agrupado todas las denuncias presentadas (por la Junta, el Ayuntamiento y por particulares). Dicho laboratorio no tiene vinculación con el sistema de autocontrol de la firma sino que se limitó a analizar unas muestras que le entregó el supuesto administrador de Magrudis. Y era ‘supuesto’ porque quien figuraba como tal en el Registro  Mercantil era su hijo, un joven que en la práctica estaba en la universidad y de Erasmus mientras su padre -señalado por un largo rastro de deudas en boletines oficiales- se hacía cargo del negocio.

   El listado de supuestas irregularidades y ocultaciones por parte de Magrudis ahora conocidos es amplio. El 29 de agosto, el propio consistorio confirmó que la firma se dio de alta en el registro de empresas alimentarias de la Junta en 2015 sin contar con la documentación municipal y sin licencia de actividad.

   La presencia en este registro de la consejería se comunicó ese mismo año, de forma que el municipio abrió “un procedimiento de inspecciones” que se dieron en 2016 y 2017, hasta que la firma instalo sistemas de autocontrol que, en materia de consumo, “suponen su paso a un modelo más flexible de inspección oficial de acuerdo con las directrices europeas, asumiendo la firma la responsabilidad íntegra de la producción”, citaba el comunicado. Desde el momento que dispuso de plan de autocontrol en 2017 pasó de tener un control oficial cada 6 meses a uno cada 18 (categoría C).  

“Insuficiente”
“Una empresa de esta índole que trabaja con alimentos susceptibles de ser contaminados, que tiene ámbito nacional y puede vender a la UE, debiera pasar una inspección sanitaria y una auditoría de autocontrol, como mínimo, anualmente”, valoró el 30 de agosto el presidente del CGCVE, Luis Alberto Calvo, . “Se cumple la norma europea”, matizó Calvo pero “hay otras autonomías que trasponen esta legislación de manera más exigente” y que, por ejemplo -informó- realizan tales controles oficiales cada 12 meses como máximo.

   Sin embargo, volviendo a la versión del consistorio, “de acuerdo con las revisiones hechas el  23 de agosto”, se constató que hasta diciembre de 2018 la firma no había presentado la “declaración responsable para el inicio de actividad”. Y ni siquiera tal declaración fue ajustada puesto que se detectó que las “características técnicas de la firma y su actividad no se corresponden” con lo presentado. Es más, en julio, comunicó a la Junta reformas para ampliar una nave pero no pidió licencia de obra.

 Falta de colaboración
La Junta y el propio Ayuntamiento también han trasladado a la Fiscalía la existencia en el mercado de productos que la empresa ocultó a los inspectores y que no se encontraban en la fábrica del parque de El Pino cuando se acudió tras la alerta. Se trataba de carnes -embutidos- que se descubrió estaban en circulación en los controles hechos a establecimientos y en los albaranes hallados. De ahí, que el 30 de agosto la Junta tuviera que ampliar la alerta a todos los productos y marcas de la compañía.  

   Y no era la primera vez que la firma omitió información clave puesto que, ya el día 20 y a raíz de avisos dados por clientes de esta compañía, se supo de la existencia de una segunda carne no etiquetada como ‘La Mechá’ ni como otra marca pero también elaborada por Magrudis y distribuida por otra empresa (Martínez León), que se hubo de retirar.

Dos alertas más
Tras este episodio protagonizado por Magrudis se han declarado dos alertas por listeria más en embutidos de Paterna de Rivera (Cádiz, en la marca ‘Sabores de Paterna’) y Benaoján (Málaga, con ‘Montanera del Sur’). La primera ha sido declarada alerta alimentaria -porque no ha habido pacientes con positivo- y la segunda, como en el caso de Magrudis, ha sido catalogada como alerta sanitaria -porque sí los ha habido-.

Ver abc.es/ 30-8-2019

Ver elmundo.es/ 29-8-2019

Ver diario16.com/ 10 -9-2019

Ver elmundo.es / 13-9-2019