Hay algunos perros que cuando salen al parque se comportan de forma repulsiva para nosotros los humanos: se empeñan en comer basuras, sus propias heces o incluso las que se encuentran por el camino.
Este comportamiento que tienen nuestros animales cuando se comen las heces se conoce como coprofagia. En la naturaleza hay especies que practican esta conducta habitualmente, como es el caso de los conejos, que realizan la digestión en dos veces para asimilar todos los nutrientes y por lo tanto es necesaria para su alimentación.
Zorros, lobos y chacales lo practican en su vida silvestre. Pero en el caso de los perros es una conducta que se da solo bajo determinadas condiciones, pudiendo tratarse de ingestión de materia fecal propia o de otros animales. Es un hábito desagradable y motivo de consulta en la clínica veterinaria. Pero su relevancia va más allá: puede ser perjudicial para su salud porque pueden ingerir parásitos intestinales y microorganismos de otros animales. Para los perros no se trata de un acto grave ni desagradable. Recordemos que cuando nacen sus madres les lamen el ano para facilitar la defecación y mantenerlos limpios.
Posibles causas
1. Llamar la atención de sus propietarios a cualquier coste.
2. Curiosidad propia de los cachorros mientras exploran su entorno.
3. Problemas digestivos en perros que no absorben bien los nutrientes (periodos de diarreas o heces blandas en cachorros y animales jóvenes).
4. Aburrimiento en el caso de animales que pasan muchas horas solos.
5. Animales que sufren estrés y ansiedad.
6. Perros preocupados por la limpieza de su hábitat o que temen la reacción de sus dueños.
7. Instinto maternal y de protección contra posibles depredadores.
8. Observación e imitación del propietario, quien recoge siempre sus heces y se deshace de ellas.
9. Problemas nutricionales de asimilación de nutrientes con deficiencias vitamínicas y minerales o incluso falta de alimento.
10. Patologías en perros adultos (como insuficiencia pancreática exocrina).
Debe comentarse cualquier duda que surja sobre comportamientos anómalos que aparezcan en las mascotas, ya que lo que inicialmente parece un capricho o despiste del animal puede tener consecuencias más graves si no se toman medidas de forma prematura.
Tratamiento
El tratamiento de la coprofagia se realiza en cuatro direcciones:
Médico: el veterinario realizará numerosas pruebas para descartar cualquier causa orgánica que pueda ocasionar este comportamiento, y en caso de descubrir alguna enfermedad (diarrea, síndrome de malabsorción, pancreatitis, insuficiencia pancreática, etc.) determinará el tratamiento.
- Nutricional: si se trata de un problema de asimilación de nutrientes lo ideal es cambiar la dieta. Si el veterinario detecta déficit vitamínico le recomendará complementos o una dieta específica.
- Comportamental: si el veterinario no ha encontrado ninguna justificación médica hay que buscar la causa en el estrés o aburrimiento del perro, de modo que habrá que cambiar los hábitos de paseo, dedicarle más tiempo y educarlo mediante el refuerzo positivo. En el caso de los cachorros muchas veces este comportamiento desaparece con el tiempo al crecer; en otros ignorar su conducta también funciona.
- Ambiental: Para evitar el acceso a su propias heces deben recogerse y mantener su hábitat limpio. Se pueden añadir aditivos desagradables sobre las heces para provocar aversión al sabor de las mismas.
Por otro lado, habrá que enriquecer su ambiente si no estamos todo el tiempo con ellos. Por ejemplo, podemos dejarles juguetes interactivos que los mantengan entretenidos. Conviene proporcionarle estímulos mentales y ejercicio físico.
Puede dirigir sus consultas al Colegio de Veterinarios de Alicante enviando un mensaje a la siguiente dirección: secretaria@icoval.org