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Dejar de saltar

Muchos propietarios consideran un gesto simpático que sus perros salten y brinquen sobre ellos, pero evidentemente todo dependerá del tamaño, estatura y peso del perro en cuestión. No tiene ninguna gracia que un Mastín del Pirineo se abalance sobre un niño de metro y medio o sobre una señora de 60 kg. Tampoco resulta agradable que un perro de 3 kg plante sus patitas llenas de barro en el pantalón nuevo.

Cuando tenemos un cachorro resulta entrañable que nos reciba al llegar del trabajo con tantas muestras de alegría, pero debemos ser precavidos y pensar que el comportamiento que marquemos como correcto desde pequeños se fijará para la edad adulta.Por ello es recomendable que le enseñes a tu perro a controlar sus impulsos y no salte encima de la gente. Este comportamiento se puede convertir en un problema, sobre todo si el perro es grande, además de que muestra una mala educación. Si observamos a los perros en el parque jugando con sus congéneres veremos que no saltan sobre ellos, ya que no se lo consienten.

Señal de dominancia
El apoyo de los miembros anteriores sobre otro individuo, ya sea otro perro o una persona, es una de las señales táctiles más observadas en la interacción de un perro con su propietario. La recepción que hace un perro saltando y apoyando sus patas delanteras sobre el cuerpo de su dueño es interpretada como un saludo; sin embargo, expertos en comportamiento aseguran que esta interpretación no correcta del todo, ya que este saludo forma parte de una actitud de dominancia. Y, aunque esta actitud también se repite durante el juego, lleva implícito el mismo mensaje por parte del perro “aquí mando yo”.


De este modo, el dueño debe invertir este comportamiento y convertirse en el perro alfa de la manada familiar. El perro debe tener claro que quien manda en casa es el propietario y debe acatar sus órdenes. Si no se establece así la relación desde un principio podrían aparecer pro¬blemas de comportamiento en la edad adulta.

Reglas para modificar esta conducta
Si has decidido corregir este comportamiento debes ser consistente. Debes dejar de ser un reforzador; es decir, no puedes propiciarle mimos y caricias cuando lo haga, ni puedes pasar por alto un día y a siguiente reñirle. Con paciencia y constancia se puede conseguir.


• Invade su espacio, no te eches hacia atrás cuando pretenda saltar sobre ti, puedes incluso levantar la rodilla para transmitirle que no es bien recibido ese comportamiento.
• Ignóralo, lo que busca es llamar tu atención, si no le haces caso comprenderá que esa no es la mejor manera.
• Expresa verbalmente, con un “no” o “quieto”, tu disconformidad con su manera de actuar, y si responde prémialo inmediatamente. No lo acari¬cies hasta que obedezca.
• No le permitas que salte; si has descubierto en qué momento salta, por ejemplo en el parque cuando se os acerca alguien, limítale las posibilidades; es decir, baja la correa o acórtala de modo que le sea imposible saltar.
• Explícales a los demás cómo interactuar con tu perro para evitar que refuercen el comportamiento que quieres corregir.
• Evita los castigos, las recompensas son mucho más eficaces.

Evitar los castigos
Debe huirse de las correcciones físicas, ya que lo único que conseguiremos es que el perro sea miedoso. Nadie aprende nada bueno a base de violencia, al contrario. Los castigos pueden ser muy variados, pero un “no” fuerte y rotundo conseguirá que el perro asimile que lo que ha hecho no está bien.

Tanto los premios como los castigos deben hacerse en el mismo momento en el que el perro realiza la acción porque de lo contrario no entenderá qué ocurre. El tono de voz debe ser firme y calmado, y solo se debería gritar en casos de peligro. La paciencia, la firmeza y la constancia son cualidades indispensables a la hora de educar a un perro.
 

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