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El gato envejece

El tiempo discurre constantemente por mucho que intentemos detenerlo. Como en las personas, en los gatos también pasa factura y se van sucediendo progresivamente y sin apenas darnos cuenta una serie de cambios que pueden afectar a su salud, comportamiento, hábitos alimenticios y ritmo de actividad. Es el paso de la edad madura a la vejez. Es importante reconocer esos cambios para actuar en consecuencia y modificar nuestra actitud con el gato cuando se hace mayor para satisfacer sus nuevas necesidades y aceptarlas.

Edad madura
¿Cuándo consideramos que un gato es maduro? Durante toda la vida experimentamos cam¬bios sutiles. Se estima que de los 8 a los 12 años el gato es un ser maduro que ha dejado atrás su juventud. Continúa comportándose como siempre, pero el veterinario comenzará a preocuparse más por comprobar que su salud está en perfecto estado: que funcionan bien sus riñones, que no desarrolla diabetes o que su dentadura está bien cuidada. Es el momento de aplicar la medicina preventiva.
 

Una dieta equilibrada y de fácil digestión, junto con las visitas rutinarias al veterinario, beneficiarán su proceso de envejecimiento.

La vejez
Algunos veterinarios consideran que los gatos llegan a la etapa geriátrica aproximadamente a los 12 años, otros a los 15. Cuando el gato esté entre 12 y 15 años conviene estar pendiente de los cambios en su comportamiento. Entre otras cosas podría percibirse que duerme más o aumenta su tiempo de inactividad; es normal, algunos gatos “viejos” duermen más de 18 horas al día.

Los felinos que han sido alimentados correctamente y cuya salud ha estado bien controlada suelen envejecer con dignidad y simplemente modifican algunos de sus hábitos sin que ello implique un problema más allá de la edad. Pueden aparecer canas en su pelaje y perder algún diente (aunque si se ha alimentado con dieta seca y se ha cuidado su higiene dental su dentadura puede mantenerse en perfecto estado).


Otro signo de envejecimiento es el endurecimiento de las articulaciones. Puede presentan alguna dificultad para realizar los movimientos habituales de juego y por lo tanto, el gato se vuelve letárgico con respecto a ciertas actividades, incluido su ritual de acicalamiento. Algunos pueden mostrar incluso señales de dolor. En btal caso, acude inmediatamente al veterinario. Y cuidado: la falta de deseo de arreglarse puede ser un síntoma de enfermedad.


Aquellos ejemplares que salían a explorar el jardín o los tejados pueden dejar de hacerlo, simplemente porque no tienen esa necesidad y se encuentran muy a gusto encima del radiador, protegidos de la lluvia, o bien sobre su mueble favorito a la sombra. Ya no tienen tan marcado el instinto predatorio y no necesitan emociones fuertes; además, su sistema de termorregulación ya no es tan eficaz.


Todos sabemos que los gatos son muy sutiles a la hora de mostrar signos de enfermedad (sobre todo en comparación con los perros). Por esta razón hay que observarlos con detenimiento para detectar cualquier cambio sospechoso.

Medicina preventiva
La prolongación de la esperanza de vida del gato ha llevado al sector veterinario a trabajar en la prevención para evitar la aparición de problemas y para detectar de forma precoz enfermedades que pueden ser paliadas con un buen manejo clínico o quirúrgico.


La educación sanitaria del propietario forma parte de esta medicina preventiva, ya que es quien pasa mayor número de horas con su gato y conoce su comportamiento normal. Un propietario consciente es capaz de alargar la vida de su mascota y con calidad. Lo primero que debe saber es cómo reconocer los signos clínicos de las enfermedades más comunes para acudir al veterinario a la menor duda. Será de vital importancia a la hora de poner remedio.


Por otro lado, ser consciente de que el animal envejece le puede preparar apaciblemente para su posible pérdida.
En ocasiones, los propietarios pueden descubrir algunas alteraciones en el comportamiento que van desde la apatía a la deambulación o incluso a la hiperactividad, pasando por las vocalizaciones exageradas, los trastornos de eliminación o incluso la agresión. Todos ellos pueden indicar síntomas de senilidad. Atención: conviene estimular la agilidad mental del gato mediante juegos tranquilos adaptados a su situación como medida preventiva.


Por otro lado, algunos animales deberían ser alimentados con dietas especiales de prescripción veterinaria; por ejemplo, es frecuente que los gatos mayores tengan disminuida su función renal y las dietas con bajo contenido en proteínas y fósforo les resultan beneficiosas.

Ante la duda, consulta
En la mayoría de las enfermedades se pueden hacer tratamientos conservadores que retrasen la aparición de cuadros graves y permitan una buena calidad de vida del paciente y de su propietario. Para que sea eficaz es importante realizar varias visitas al año para prevenirlas a tiempo. Consulta al veterinario para concretar un plan de acción específico para tu gato. En esas revisiones podrá detectar cualquier anomalía, tomar muestras sanguíneas o de orina, revisar modificaciones de peso, etc. En muchos casos se estima necesario hacer anualmente un chequeo geriátrico con analítica completa que incluya hemograma y análisis de orina (con estas pruebas se comprueba cómo funcionan los riñones, se descarta que pueda ser diabético, se chequea el hígado. ...).También es importante controlar las hormonas tiroideas a estas edades. En general son pruebas económicas y nos dan una idea del estado general del paciente.

10 indicadores de envejecimiento
1. Se vuelven más perezosos. Duermen más tiempo.
2. Aparecen canas. El pelaje se vuelve seco, áspero, abierto, sin brillo y con descamación.
3. Los dientes se van debilitando. Hay pérdida de piezas. Sarro dental.
4. Disminuye su movilidad. Menor actividad física.
5. Los gatos con acceso al exterior dejan de salir.
6. Menor acicalamiento.
7. Pérdida de masa muscular y tendencia a adelgazar.
8. Dificultad en la regulación térmica, con menor tolerancia a temperaturas extremas.
9. Disminución de las defensas (respuesta inmunológica) y mayor riesgo de contraer enfermedades infecciosas.
10. Disminución de la capacidad de los sentidos, especialmente problemas de sordera y disminución de olfato y gusto (puede afectar al apetito).
 

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