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¿Cómo sé que le duele?

 Muchas de las patologías que afectan a las mascotas les causan, además, dolor, por lo que parece razonable pensar que el veterinario debe aliviarlo. No obstante, los perros y los gatos no hablan, por lo que el profesional debe confiar en otros métodos para juzgar la existencia e intensidad del dolor en el animal y poder aplicar así el tratamiento adecuado.

Postura
Los cambios en la postura normal pueden hacernos sospechar. Si el animal está estirado o encorvado, tiembla, tiene las extremidades anteriores sobre el suelo y las posteriores elevadas no es buena señal. La cabeza agachada puede indicar malestar. Que mueva la cola no quiere decir que no tenga dolor, y muchos perros la mueven como respuesta a la presencia de una persona aunque tengan un dolor moderado o intenso. Los gatos pueden tener la cola entre las patas posteriores y, en algunos casos, si se acerca el propietario pueden adoptar una postura defensiva e incluso atacar.

Dormir
Al igual que muchas personas, los animales con dolor no encuentran la postura adecuada para descansar y pueden adoptar una completamente inusual. También es frecuente que no alcancen el sueño profundo o REM. Este tipo de sueño se puede detectar observando el movimiento de los ojos de la mascota por debajo de sus párpados. En algunos casos los animales también mueven alguna parte de su cuerpo de forma involuntaria.


Vocalizaciones
Si un animal gime, llora, grita o ladra en exceso o de forma inusual debería someterse a un examen completo porque quizá esté pasando por un episodio de dolor. Las vocalizaciones agresivas, como los bufidos o los gruñidos, también están relacionadas con el dolor y pueden ser un intento por parte de los animales de repeler aquello que les daña (quizá vocalicen de esta manera cuando el propietario intenta acariciarlos o moverlos). En los gatos, se da la curiosa circunstancia de que muchos de ellos siguen ronroneando a pesar del dolor. De hecho, se sabe que esta vocalización está controlada por un centro nervioso que se activa cuando se liberan ciertas hormonas (las endorfinas) y que tiene un efecto tranquilizante. Por otra parte, la falta de vocalizaciones también puede indicar que el animal siente dolor. Así es que habrá que estar muy atento a todos estos indicios.


Aseo
Los perros y gatos que tienen dolor suelen reducir el tiempo que dedican al aseo diario o bien lo dirigen con insistencia hacia una determinada parte de su cuerpo. Un ejemplo de esto último puede ser cuando un gato se lame continuamente una articulación. Igualmente, los gatos que tienen dolor a menudo presentan un manto con mal aspecto, sucio y grasiento por la falta de un aseo adecuado.


Actividad
El dolor hace que, en general, se reduzca la actividad. Los animales de más edad suelen estar más quietos que los jóvenes cuando experimentan dolor. Los gatos que pasan mucho tiempo tumbados, sin apenas moverse, es posible que tengan algún problema; una falta de interacción con el propietario puede interpretarse del mismo modo.


Alimentación
La falta de apetito puede ser un signo inespecífico de dolor. Habrá que prestar especial atención a aquellos animales que debido a sus características físicas tengan que adoptar posturas forzadas para alimentarse, por ejemplo, los perros de gran tamaño que se deben inclinar para alcanzar el cuenco o los gatos que tienen su bol en un lugar elevado.


Eliminación
El dolor puede hacer que mascotas impecables en su higiene empiecen a ensuciar el hogar. Esto puede deberse a que el dolor les haga más difícil acceder a los lugares habituales para la eliminación o bien a que el dolor esté asociado con la eliminación misma.


¿Cómo se trata a los pacientes con dolor?
Después de la observación detallada del comportamiento del animal, si se descubren algunas de las señales indicadas anteriormente, hay que acudir al centro veterinario para hablar con el profesional y explicarle los cambios que se han percibido. El veterinario determinará el tratamiento que se tenga que aplicar al paciente según el origen del dolor, su intensidad y la situación general de la mascota.

Nunca hay que medicar a un animal con dolor, esa es labor del veterinario que si lo cree necesario instaurará el tratamiento farmacológico adecuado.
 

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